ACERCA DE

Gustavo Muñoz Moreno (1962, Palma de Mallorca) estudió en la Facultad de Bellas Artes de Valencia, donde obtuvo la Licenciatura en la especialidad de Grabado y Estampación, y posteriormente un Doctorado Cum Laude en el departamento de Pintura, habiendo completado los cursos de Postgrado en el Dpto. de Estética de la Facultad de Filosofía y en el de Teoría de los lenguajes de la Facultad de Filología de la misma ciudad.

Desde entonces ha ido desarrollando su actividad artística principal en el campo de la Pintura, exponiendo en numerosas muestras colectivas e individuales en importantes instituciones y galerías: la antigua Joaquim Mir de Palma de Mallorca, la Fundación Eberhard Schlotter de Altea, la Galería Arte Xerea, el Club Diario Levante y la sala de la Universidad literaria de Valencia; y participando en numerosas ocasiones en varias ferias de Arte españolas, como INTERARTE y ARCO, de la mano también de distintas galerías e instituciones culturales. Su obra se encuentra además en importantes colecciones privadas e institucionales.

Paralelamente ha desarrollado también una larga carrera profesional con todo tipo de herramientas electrónicas aplicadas a la creación artística, en la publicidad y otros campos, e impartiendo clases de teoría artística y técnicas digitales en varias universidades y centros privados.

Actualmente reside de nuevo en Mallorca y se vuelve a dedicar por completo a la pintura.

EXTRACTOS de PRENSA:

«Gustavo Muñoz explica que su pintura limita «entre pintar paredes con cal y el arte conceptual»«

Gustavo Muñoz da toda la impresión de ser uno de esos tipos a los que o los tomas o los dejas. Es lo que suele ocurrir con las personas que hablan claro, que viven honestamente. Y en Gustavo Muñoz, en su palabra y en su pintura, honestidad parece la palabra clave, el tótem al que continuamente se vuelve para explicar su obra. (…) Y es que cuando Gustavo Muñoz no entiende algo, es decir, le parece deshonesto, no lo aparta simplemente, sino que lo agarra por el cuello, lo vapulea y lo arroja contra su artífice. Tal vez porque, como señala Nicolás Sánchez, filósofo, crítico y exgalerista, estamos ante un hombre sumamente «reflexivo, ante un artista que ha tenido en cuenta el arte conceptual, pero no por eso ha abandonado la pintura. Una pintura la suya, por tanto, metalingüística, en absoluto inocente, obra de un joven pintor que es de los pocos que leen bien la filosofía».

Antonio M. Sánchez (en Club Diario Levante)

«Gustavo Muñoz descubre el Mediterráneo»

Advirtamos que Muñoz dispone de un espeso dispositivo conceptual para reflexionar acerca de su práctica artística. Entiende la pintura como «ejercicio de la voluntad de poder». En su opinión es sumamente importante tanto lo que se pinta como las estrategias acerca de lo que hay que pintar. Se muestra muy interesado por lo que podríamos denominar la «alta política de la apariencia artística». (…) (Un) propósito teórico-práctico consiste en mostrar que la figuración entraña abstracción y que la abstracción inevitablemente tiene algún tipo de referente. Muñoz sugiere que después de las cuaresmas del arte-concepto y ya purificados y atentos y con ánimo despabilado, se vuelva a confeccionar arte-objeto. (…) Otro de los propósitos confesos (y patentes) de esta exposición es reivindicar las aportaciones de las culturas del Mediterráneo frente a la sofisticada barbarie del norte, envenenada de cálculo frío y constructivismo calvinista. La pintura ha de ser un modo de construir humanidad.

Rafael Ballester Añón (en Revista Tendencias)

«Gustavo Muñoz, Modernismo como búsqueda de la realidad natural.«

(…) Esta nueva serie nos aparece como un acercamiento cálido, muy cálido, al paisaje natural desatado —romántico, en el sentido de ingobernable—, la podríamos encerrar en el concepto de «modernista», aunque no espere el lector un modernismo repetido, sino el que se sitúa en el sentido de búsqueda de la realidad natural, al mundo convulso de los ritmos naturales, orgánicos, que nunca se detienen y que se encarnarían propiamente en la curva continuada, sin pausa: en un intento de recoger el constante fluir de la naturaleza, esa que no para, con el tempo que se quiera, pero sin interrupciones. (…) Aquí, el autor se encuentra cómodo, a gusto con lo representado y se mete en el motivo (…) salta sin red al paisaje porque no lo siente diferente; lo vive idéntico y de complacido, de tan plácido como recrea esa naturaleza en la que se funde, nos devuelve a lo pintado, nos mete en sus pinturas del agua para sumergirnos en todos sus paisajes, pintados desde una serenidad del alma que me resulta desconocida: hace tanto que perdí esa virginidad en el mirar que se halla en estas pinturas.

Nilo Casares (en Diario Levante)

«Gustavo Muñoz, Ingenios de la pintura como ironía«

Con una obra donde el tema -en tanto representación o idea- se subyuga al juego por el cual la pintura se verifica y fundamenta por y a sí misma, y esto puesto en evidencia con una estilística altamente heterogénea donde el realismo practicado tanto se tiñe de ingenuidad como de lírica o ironía, Gustavo Muñoz presenta en Xerea su particular recreación ideológica de ciertos libros universales -apócrifos incluidos- que “nadie lee”. Bajo este paraguas temático, por el que vemos desfilar alusiones a Lowry, Beckett y Orwell, entre otros, el autor despliega todos los recursos de una pintura argumental cuya figuración neorrealista y un logrado planteamiento escénico la emparentarían con la tradición cinematográfica si no fuese porque toda narración queda, aquí, en el plano de la conjetura, y los caminos del dilema o del humor pasan por cada sujeto espectador en una dimensión que no necesariamente radica en la propia pintura. Y esto porque, más que monologar sobre su imaginaria realidad, esta pintura -de la que se agradece su extraño frescor y libertad- aspira a diálogos posibles, a complitudes y complicidades, aún a sabiendas de lo sinuoso de ese territorio.

Christian Parra-Duhalde (en Revista Posdata)

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